Muchos tenemos la sospecha de que la pandemia se sigue cobrando vidas, casi cinco años después de su terrorífico advenimiento, en aquel fatídico mes de marzo de 2020 tras el que ya nada volvió a ser igual. Recordemos que el coronavirus mató, en España, a un número de muertos superior a los 100.000, aunque buena parte de los españoles seguimos pensando que nunca sabremos la cifra real de fallecidos, porque al Estado no le convino, y lo sigue sin hacer, por lo insoportable de la misma y su responsabilidad al respecto. Los resultados que acabamos de conocer del estudio, que ha realizado el equipo del Servicio de Neurología del Hospital de Albacete, dirigido por el doctor Tomás Segura, sobre el proceso de vacunación y la posterior sintomatología detectada en pacientes, concluye relacionando el aumento de accidentes cerebrovasculares posteriores en personas a las que se les puso la tercera vacuna contra el Covid. Según Segura, las trombectomías se duplicaron tras su administración. Y esto fue lo que motivó que desde su departamento se pusiera en marcha una investigación para intentar confirmar esta sospechosa relación con graves efectos cerebrovasculares. Pero lo peor del asunto, como asegura el eminente médico albaceteño, es tener ahora la certeza de que aplicar dicha vacuna de refuerzo Pfizer, a personas que ya habían pasado la enfermedad, fuera lo que, paradójicamente, a un 30% les causó graves problemas, como infartos cerebrales o miocarditis. Llegados a este punto, y huyendo de absurdas teorías conspiranoicas, huelga afirmar que las vacunas nos salvaron la vida a millones de personas en España y el mundo. Como también que, al tratarse de tratamientos hipermasivos, despersonalizados y realizados con la máxima urgencia por todo el planeta, se podía atisbar que un número no determinado -¿o sí?- pagaría un alto precio por salvar a sus semejantes. Y en este punto, como cuando hubo que elegir desde nuestro sistema sanitario entre jóvenes y viejos para socorrerles, cuando les ahogaban unas salvajes neumonías bilaterales, ahora contamos con la evidencia científica de que personas -jóvenes y sanas- se pudieron ver dramáticamente afectadas por la puesta innecesaria de una vacuna que, sí, sirvió para auxiliarnos a otros muchos. Ahora, estas muertes se tornan más heroicas y lamentables que nunca. Vaya este artículo en su memoria.