Hace unos días enfilé en coche desde Albacete, y por la carretera de Requena, hacia Cenizate. Allí me esperaba un desayuno con el presidente de la Diputación, mi amigo Santi Cabañero. Esta Nacional 322 me trae buenos recuerdos. De niño viajábamos a Valencia, no por Almansa, y sí por Requena, atravesando la bella Manchuela y sus pueblos, alcanzando Villatoya, surcando su frondoso valle entre los llanos de Albacete y la provincia hermana de Valencia. Pasar por la finca Casablanca de la familia amiga de quien hoy es el presidente de la DO Queso Manchego, Antonio Martínez. Luego cruzar el legendario río Júcar y dejar a su ribera el paraje de Las Marisquillas en cuya playeta nos bañábamos de críos. Unos kilómetros más adelante emergen Mahora y su esbelta iglesia parroquial. El paisaje se hace un inmenso viñedo. Estamos en nuestra patria del vino de La Manchuela. Giro hacia las Navas de Jorquera y me acuerdo de aquel compañero de clase, Padilla, de los Salesianos de Albacete. Enseguida, encuentro Cenizate. Está animado con su mercado de los sábados. La calle central, cerrada por obras de acondicionamiento. Aparco entre la vieja Sala Molino y las oficinas de la Cooperativa Virgen de las Nieves, hoy en día Bodega de Vinos Artesones, cuyos caldos tintos, blancos y rosados me regalaría el presidente Cabañero en la despedida. Santiago me espera ataviado con ropa deportiva y unas zapatillas que llevan cosida la leyenda «Albacete». A Santi lo saluda todo el pueblo. Es querido y valorado. Paisano y presidente de la Diputación. Cabañero tiene empatía. Se le nota. Le gusta la gente; cualidad clave para un político. En la plaza mayor, entre el Ayuntamiento, la bella Iglesia y un par de casas solariegas, entre ellas la de los Ochando, entramos en una cafetería pastelería con el ajetreo típico de un pueblo que tiene vida. Nos invita al café el músico Juan Sáez, de la BSM de Albacete. Se nos fueron más de dos horas, sin darnos cuenta, hablando de Albacete, de sus pueblos, de nuestras cosas. Valoro y aprecio mucho a Santi. Me parece, como decimos en Castilla, una persona del pueblo, de las de fiar.