No sé si a ustedes les pasa igual, pero este verano hay algo que me molesta más que el calor, por difícil que parezca. Son las llamadas telefónicas de las comercializadoras energéticas, que afloran como las setas, a cualquier hora y cualquier día, porque hasta un domingo por la tarde, día por excelencia para el descanso, recibí una. 
Es un acoso insoportable y ante el que poco podemos hacer. Una medida es, después de tantas llamadas recibidas, reconocer los números y no contestar para, una vez finalizada la llamada, entrar en la opción de añadir a la lista negra para que esa extensión no te vuelva a molestar. Yo creo que tengo casi más número en la lista negra que en la agenda del teléfono, pero eso no impide que todavía me llamen para ofrecerme un cambio de compañía comercializadora, sobre todo de la luz.
Leo, con satisfacción, que en la reciente propuesta de Reglamento General de Suministro y Contratación incluido en un real decreto que está en trámite de audiencia pública, el Ministerio para la Transición Ecológica establece «el final de la posibilidad de que los comercializadores puedan realizar publicidad y contratación del suministro vía telefónica, salvo petición expresa por parte del consumidor». Vamos, que se quiere poner fin a todas estas llamadas telefónicas inoportunas y molestas.
La contratación puerta a puerta, que era otra pesadilla, está prohibida desde 2018 y ahora es el deseo de todos que con la telefónica pase lo mismo cuanto antes para descansar en paz sin tener que irnos al otro mundo.