En vísperas del día de la Constitución una plaga de ultraderechistas confesos detractores de la democracia llegados de diferentes partes del mundo se han reunido en una de las sedes simbólicas de la democracia constitucional española, como es el Senado, para dotar de voz y presencia el avance incuestionable de la ola de reacción que sacude a gran parte del mundo atrincherándose en postulados contra los derechos humanos, en contra del aborto o la eutanasia, mientras defienden hasta la pena de muerte en diversos países o censuran libertades ya largamente mantenidas y defendidas durante décadas en la mayoría de los estados democráticos. El PP, aprovechando su clara mayoría absoluta en el Senado español, cedió siquiera por unas horas una sede identificada con la democracia para que en ella campara con toda clase de altavoces un aquelarre ultraderechista y antidemocrático bajo el rumboso titular de VI Cumbre Transatlántica, organizada por una autodenominada Red de Valores Políticos, en la que se cobijan toda clase de colectivos ultraderechistas, antiabortistas, negacionistas y activistas de corte reaccionario en sus planteamientos ideológicos.
No parece lo más adecuado y acertado ceder un templo de la soberanía popular para que en él se oficie un aquelarre contra los derechos humanos y se utilice como plataforma de exaltación de las doctrinas y políticas antagonistas de la democracia como sistema de valores a garantizarse por los diversos países y estados. Y menos ahora, en un momento en que la desafección política que sufre parte del pueblo está siendo peligroso combustible para ese alza de la ultraderecha que ya nadie discute por evidente y notorio.