Cuatro meses después del día en que pareció llegar el fin del mundo en buena parte de la provincia de Valencia, Mazón sigue desaparecido y solo si él quiere, voluntariamente, podría aparecer ante la jueza de Catarroja quien en forma determinante ve una actuación negligente con relevancia penal por imprudencia grave en la que era la consejera responsable de emergencias de la Comunidad Valenciana. Ella, la exconsejera, parece de momento el único chivo expiatorio del desastre del que, eso sí, la magistrada apunta una clarísima responsabilidad de la autoridad autonómica y con unas conclusiones contundentes que desmontan la versión del Gobierno Autonómico y su presidente, escudado en seguir manteniendo la presidencia regional para ser aforado y así mantenerse en el cargo, mientras sigue desaparecido ante los tribunales. Mazón, pues, sigue con sus idas y venidas en tanto que el PP lo mantenga en el puesto, cierto que cada vez con la boca más pequeña, y no le deje caer. Es evidente que a Mazón no le queda ya rédito político alguno, pero a Feijóo le asusta una guerra fratricida en el PP valenciano por hacerse con el sillón de Mazón, o un cese que obligara a convocar unas elecciones autonómicas en este delicado momento.
Así las cosas, el PP prefiere no arriesgarse a una crisis política aunque eso le impida exigir responsabilidades ante el desastre de gestión que vio toda España en directo. Porque la hecatombe de la DANA lo siguió en directo todo el país y la gestión de Mazón también, o más bien sería a quien no se le vio y quien no aparecía donde debía. Su desaparición en horas claves de la tragedia también fue retransmitida en directo y es difícil de olvidar.