Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


'Opinodeque'

04/06/2024

Todos tenemos nuestra opinión, sea de mierda o no, como cantan Los Punsetes. Como dicen Ojete Calor el opinodeque se ha convertido en el deporte nacional. Esto no es nuevo, en este país siempre hemos tenido una tendencia a darle a la sin hueso desde tiempos inmemoriales. Y es que compartir nuestro parecer, ante propios y extraños y sobre lo que toque, es la forma de desahogarse más sana y, sobre todo, barata. El problema es que desde hace algún tiempo parece que cualquiera puede salir a opinar en espacios que deberían exigir determinados mínimos para ello. Y es que no es lo mismo hacerlo a pie de barra de bar o en la puerta del cole, que en lugares en los que al opinante se le presupone una capacidad profesional para ello. Y ésta depende directamente, sobre todo, del grado de libertad desde el que lo haga. Y es aquí cuando se complica la cosa. En esta España de 2024 una gran mayoría de los que salen soltando sus peroratas en medios de comunicación, sean serios, fakes o no, no cuentan con la exigible formación para ello. Pero lo peor de todo es que de todos estos sujetos la absoluta totalidad ejercen su capacidad de opinar desde algo completamente inverso a la independencia de pensamiento y utilizan sus discursos, artículos o lo que fuere para su propio beneficio y posible lucro. Y esto es algo que debería de estar altamente vigilado por los que les dan acceso a esos programas de radio, televisión o periódicos que usan a su antojo con solo un objetivo: medrar. Para el que no lo sepa yo se lo cuento, «hacer opinión», que es como lo llamamos los del gremio, es algo muy arriesgado que muchos eluden por su potencial peligrosidad. El que escribe una columna como ésta, cada semana sabe que se la juega en cada renglón y eso, si lo hace desde la misma esencia de entender que ejercer el pensamiento crítico es lo único que puede poner en cuestión al poder del tipo que sea con el fin de mejorarlo. Ser duro con el sistema político, económico o social te exige estar fuera del mismo, permanecer en sus márgenes. Cada letra que se estampa en negro sobre blanco debería estar impresa con honestidad, libertad y respeto a la información. Sólo de esta manera conseguiremos que las secciones de opinión de nuestra prensa queden a salvo de oportunistas, iluminados y ventajistas que conviertan dichos sacrosantos espacios en bazares turcos en los que se comercia con intereses personales que, poco o nada, tienen que ver con la libertad de expresión. Y usté, ¿qué opina de esto?