La Selectividad, prueba que nos tocó para acceder a la Universidad a los de mi generación, entre otros, dio paso a la PAU, posteriormente se denominó EvAU en unos territorios y EBAU en otros y el próximo año, los alumnos que finalicen Bachillerato volverán a enfrentarse a la PAU para dirimir su futuro universitario. La pasada semana se celebraron los últimos exámenes bajo la denominación de EvAU y a principios de la presente se conocieron los resultados de la prueba más injusta que se realiza, no sólo porque en tres días te juegas tu futuro, ya que aprobar no te garantiza que puedas estudiar lo que quieres, sino que tienes que pasar la nota de corte del grado que desees realizar. También es injusta porque no es la misma para todos, ya que los exámenes son distintos en cada región y, por tanto, unos más difíciles que otros, pero luego sí puedes pedir plaza en cualquier universidad del país.
El año próximo volvemos a la PAU, que trae novedades, como la penalización por faltas de ortografía, el temario del que uno se examina, uso de material o exámenes opcionales. ¿Solucionará el cambio el problema? Yo creo que no, porque serán los tres mismos días de penitencia, de jugártelo todo ahí y no todo el mundo maneja igual estas exigentes situaciones, de depender de una buena nota para pasar el corte y estudiar lo que quiere -salvo que uno sea un niño de papá que pueda hacerlo en una universidad privada- y, sobre todo, de no tener el mismo nivel de exigencia en todas las pruebas.
Pongan el nombre que quieran, pero igualen a todos los territorios y, por tanto, a todos los estudiantes.