Juan L. Hernández Piqueras

Juan L. Hernández Piqueras


Televisión pública

03/04/2025

Las programaciones de televisión, sean públicas o privadas, es un debate que debió nacer con la aparición de la propia televisión y que en este país se ha ido incluso acentuando desde las décadas finales del pasado siglo, cuando aparecieron las privadas y se generalizaron las televisiones autonómicas al son de la implantación y desarrollo del Estado de las Autonomías. Lógicamente la programación se convertía desde ese momento en el parámetro que debía marcar el santo y seña en el nuevo mapa televisivo en el que, apenas en unos pocos años se pasaba de una única televisión, la una, grande y no tan libre televisión de la dictadura a la múltiple oferta que caracteriza la panorámica de una democracia. A más cantidad, inevitablemente, más necesidad de pautar las ofertas con dos grandes factores a considerar en el actual marco: la financiación y el contenido de servicio público, para unas y el negocio y la lucha por la audiencia para las otras, las privadas. Lo que hace que el contenido aún sea más el objeto de tal debate cuando de la televisión pública se trata.
Cada televisión aborda los contenidos que quiere y administra sus economías tal como le parece; pero claro, cuando el dinero con que se financia una televisión es público todo contenido está más expuesto al debate. No parece muy en los cánones de una televisión pública prescindir de Gemma Nierga y su debate y abrir las puertas a las fórmulas de Sálvame, con Belén Esteban incluida, por más princesa del pueblo que ella misma se autodefina. Es puramente impropio de una televisión pública, incluso aunque financieramente se justificara la operación. De las autonómicas hablaremos en otra ocasión.