Dicen que los niños son la alegría de la casa, pero viendo la evolución anual de las cifras de natalidad uno puede deducir que los hogares españoles son cada vez más tristes. En la provincia de Albacete se ha pasado de contabilizar 3.576 alumbramientos en 2014, cifra que no es para tirar cohetes, a 2.587 en 2023, casi un millar menos, con el preocupante añadido de que, año tras año, la tendencia es a la baja.
La mayoría podemos ver esta evolución no sólo en las estadísticas anuales, sino también dentro de nuestras familias. En mi caso, somos cuatro hermanos, tres tenemos dos hijos y la cuarta, uno, por lo que se ha reducido la cifra de hijos a menos de la mitad en una generación. Imagino que mi caso será el de muchas familias, pero hay que profundizar en las causas, porque, en teoría, ahora se vive mejor que antes, lo que nos debe llevar a la reflexión de si es por tener menos hijos o si verdaderamente se vive mejor.
Es obvio que disfrutamos de muchos avances en nuestro día a día y en nuestro hogares, pero me pregunto si eso nos da mayor calidad de vida. Yo creo que no, que ahí hemos perdido mucho, porque tenemos más cosas, pero no disponemos de tiempo para disfrutarlas y, en muchos casos, ni de espacio. Para muchos jóvenes cada vez es más difícil formar una familia, comenzando por el espacio, una vivienda en la que vivir, lo que hace que todo se dilate en el tiempo, incluido lo de tener hijos, porque cada vez se hace a una edad más avanzada.
Toca reflexionar y ver más allá del parche de bajas por maternidad o paternidad y de ayudas puntuales por nacimiento. Hay que ir a la base y poner los medios necesarios para que se puedan crear más hogares y los niños vuelvan a ser la alegría de la casa.