Leo en mi periódico que el IES Universidad Laboral comienza a preparar su 50 aniversario, que será en 2025, y se me agolpan los recuerdos, porque tengo el honor de poder decir que fui alumno, con el añadido de interno, aunque mi primera experiencia no fuese muy positiva. Llegamos el primer día y, antes de entrar al centro, ya nos habían pintado un número en la frente y puesto a correr, simulando el ruido de una motocicleta. Fue la primera de varias novatadas, algo muy habitual hace casi 40 años, cuando yo comencé a estudiar el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP).
Ahora hasta me río de aquella escena del primer día de cuatro años muy intensos, en una etapa crucial en nuestra formación, no sólo educativa, sino también como personas, porque en esas edades es cuando el árbol está creciendo y hay que cuidar muy bien el tronco para que no se tuerza. Mi caso, como el de muchos chavales de municipios de Albacete, Cuenca o Ciudad Real, fue el de vivir interno en el centro, por lo que la Laboral, tras mi hogar de Alcadozo, fue mi segunda casa y todos con los que compartí aquellos cuatro años mi segunda familia, donde, también se cumplía el dicho de que en todos lados cuecen habas y en mi casa a calderadas, aunque debo reconocer que fueron cuatro de los mejores años de mi vida.
Viví mucho, no sólo en las aulas, sino también en el internado, pero me quedo con la disciplina y el hábito de trabajo que me inculcaron. Por mucho que en ese momento me pesasen algunas cosas, como a otros compañeros, siempre recordaré aquellos cuatro años y, principalmente, todo lo que aprendí.