A estas alturas de la temporada, hace un año, los aficionados del Albacete hacíamos las cábalas para un posible ascenso del club blanco a Primera, pero como el deporte rey es tan variable, en esta ocasión nos toca hacer las cuentas de la lechera para evitar el descenso. El punto de partida, a ocho jornadas del final, no es prometedor, porque los de Alberto González están a cuatro puntos de la salvación o, lo que es lo mismo, a dos victorias contando con que no puntúen los que están por delante.
Como la lechera, toca poner la pertinente dosis de optimismo para los ocho partidos restantes, de los que cuatro son en el Carlos Belmonte y cuatro a domicilio. De los cuatro de casa, dos son ante rivales que luchan por el ascenso o por la promoción, por lo que se antojan más complicados, otro ante un equipo en tierra de nadie, el Tenerife, y un cuarto contra, en teoría, un rival directo por la salvación, el Mirandés. Con estos mimbres, la mitad de los puntos sería una buena caja.
Quedan los cuatro partidos a domicilio. El primero, ante el Eldense, que está en zona de salvación y con poco en juego, y el último ante el Zaragoza, que en esa jornada ya puede estar salvado y puede aplicar el hoy por ti y mañana por mí. Quedan dos visitas, a Andorra y Villarreal, que están en la pomada por el descenso y, por tanto, son partidos de valor doble. La mitad de los puntos tampoco sería mal resultado, pero la pregunta es si, logrando esa renta, ¿será suficiente para alcanzar la salvación?
Mientras tanto, a los aficionados del Alba nos toca rezar y hacernos de la cofradía del clavo ardiendo.