No crean ustedes que los tres elegidos son Pedro Sánchez, Salvador Illa y Carles Puigdemont, que las tomaduras de pelo ya no me motivan ni para escribir sobre la España de charanga y pandereta en la que estamos inmersos. Los tres elegidos son los deportistas que logran una medalla en cada una de las pruebas que se celebran durante estos días en los Juegos Olímpicos de París.
En nuestro país, además de vivir esperpentos como el catalán, somos un país muy dado a vender humo y la parcela deportiva no es una excepción. Muchos, incluido el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, son los que se aventuraron a decir, incluso apostar, que España superaría la barrera de las 22 medallas logradas en Barcelona 92, que ya ha llovido. En los de Tokio, celebrados en 2021 por la dichosa pandemia del coronavirus, con 321 deportistas, se lograron 17 preseas y en los de París la previsión era más optimista, quizás por una simple regla de tres, ya que en esta ocasión son casi 400 los representantes.
Miles de deportistas de todo el mundo, entre ellos los españoles, se prepararon durante los últimos tres años, pasaron los cortes en sus distintos países y, finalmente, se plantaron en París. Entre esa gran cantidad, sólo tres logran una medalla en cada prueba, por lo que la dificultad es mayúscula, a lo que hay que añadir que la inversión de cada país no es la misma.
Yo celebro cada medalla de los españoles, pero por encima de todo me impregno del espíritu olímpico, porque lo importante es disfrutar durante dos semanas de los mejores deportistas del mundo. Y si los que ganan son españoles, mejor, pero sin vender humo.