Antonio García

Antonio García


Guerra de humor

13/01/2025

El enfrentamiento entre Broncano y Motos ya ha dejado de ser una simple guerra de audiencias para transformarse en guerra civil por otros medios, incruento de armas pero bien henchido ideológicamente. De nuevo las dos España en liza, modernidad contra tradición, progresía contra conservadurismo, rojerío contra fachosfera. La bipartición ha sido una constante histórica, más allá de los partidos políticos; estaba presente el mundo taurino o deportivo, pero no se había dado hasta ahora en el género del humor o las variedades, o no con esta virulencia. El humor de antaño se escindía fácilmente en dos grandes bloques, el humor blanco, blando, tirando a casposo (Milikito o los chistosos oficiales) y el humor inteligente (Faemino y Cansado, Martes y Trece, Tip y Coll), sin resabios ideológicos o con cruces insospechados: los humoristas de La Codorniz podían ser de derechas pero practicaban un humor anarquista. Con la llegada de los monologuistas se perfiló la ideología de los comediantes, casi todos progresistas. Broncano pertenecía a esta leva y pasó más o menos desapercibido entre el gran público hasta que dio el salto a una cadena generalista y encontró palmeros y padrinos en medios como El País y la Ser que lo han convertido en adalid de la progresía en oposición a Pablo Motos que lo es del facherío, lo que estigmatiza a la vez a sus audiencias: basta que alguien se identifique con uno de los dos para tenerlo fichado políticamente. Existe una tercera opción que es la de quienes no ven la gracia a ninguno de los dos, aun reconociendo un mayor ingenio en Broncano. Las dos españas eternas, y una tercera, asomadiza, que empieza a estar harta de las otras dos.