Nuestra Policía Nacional, la que tantos servicios presta a los ciudadanos poniendo su vida en riesgo, cumple 200 años. Felicidades a todos los que forman parte hoy de sus efectivos, o lo fueron su día. Desde pequeño me educaron en que nunca hay que temer ni a policías ni a guardias civiles, al contrario, pues están para servirnos desde el Estado de Derecho. Uno conoció, en el fin del franquismo y en la Transición, el antecedente de aquella Policía Armada, militarizada, conocida por los «grises» por su indumentaria. En ella estuvo un tío político mío, Pedro Honrubia, natural de Fuentealbilla, quien casó con la farmacéutica albacetense, Llanos Picazo. Luego llegó la Democracia y a nuestra policía la vistieron de «caqui», con aquella indumentaria de color marrón poco acertado, hasta que alguien con buen criterio los uniformó con el actual azul marino. En Albacete ocupaba el chalet de Simón Abril y luego se fue a la espalda del Gobierno Civil. Aquella Policía, que ahora comanda con acierto el comisario jefe Antonio Bueno, tuvo muchos y buenos inspectores. Recuerdo a los hermanos Carmelo y Justo Pérez Cubero, Podio, Castro, Guzmán, Ventureira, Abelardo Sanchez, Iniesta, Alonso o Prada. Con el equipo de los toros hice buena amistad. Como los recordados Constantino González, Luis Natalio, Eutimio o mi viejo amigo Joaquín Coy, quien aún se alterna en la presidencia con mi otra buen amiga Genoveva Armero, jovencísima y preparada comisaria al frente de Hellín. En la puerta de la Catedral, nos encontramos recientemente Sánchez Robles y yo, con otro referente policial como Peter (Pedro Gregorio Torres), acompañado de su hijo, también en el cuerpo en Vitoria. La Policía del Albacete de mi infancia y juventud tuvo que lidiar con el asesinato vil de los niños del comerciante Lorenzo, el crimen de los novios de la Fiesta del Árbol o la muerte en acto de servicio del cabo Calixto durante el atraco al Banco Exterior de la calle de Martínez Villena. Hoy, la Policía tiene su moderna sede sobre el solar que albergó la cárcel provincial junto al Puente de Madera. Sólo me queda felicitarles. Ahí están las 24 horas del día atendiendo al ciudadano. Seguro que muchos recuerdan aquel «Policía al habla, dígame».