Antonio García

Antonio García


Yanki come home

16/09/2024

Algunos medios españoles muy progresistas contemplan el auge de la candidata Kamala Harris como algo propio, a juzgar por la terminología estruendosa ("entusiasmo", "ilusión", "euforia") que copa los titulares sobre su campaña, hipérboles que no son más que sutiles formas de autorretratarse, de enseñar su plumero, vaya, lo que no es de extrañar porque todo lo que procede del imperio es también cosa nuestra. Hace años proponía Francisco Ayala en un artículo que los países del resto del mundo deberían tener derecho a voto en las elecciones estadounidenses, dado que las decisiones que se toman allí repercuten en todo el planeta. No se ha llegado a esa utopía, quizá porque tampoco es necesario: esas decisiones las adoptamos aquí por vía mimética. Nos va lo americano. El protestatario lema yanki go home dejó de tener validez desde el momento en que la casa europea pasó a ser su segunda residencia. Nuestro progresismo actual –el progresismo para ricos, porque hay otro para pobres: los añorantes del castrismo— es pro yanqui y no hay más que fijarse en ciertas actitudes del presidente –la pose kennediana, sus andares de Obama- para ver cómo ha calado entre nosotros el concepto de política espectáculo, entre demagógica y sensiblera, más esos atriles desde los que compiten los candidatos, cuando lo nuestro era estar sentaditos. Ahora toca emular a Kamila Harris y ya tenemos las antenas preparadas para repetir aquí como micos sus atributos. El primerísimo de todos debería ser su condición de mujer, porque nuestro presidente, tan feminista de boquilla, no contempla, que se sepa, la posibilidad de cambiar de sexo y mucho menos la de delegar en una candidata.