Pedro J. García

Pedro J. García


Añadir a la lista negra

21/02/2025

Si usted, estimado lector, es titular de los contratos de luz, gas o telefonía de su hogar entenderá a la perfección mi desesperación por recibir al día una media de cuatro o cinco llamadas para hacerme una oferta. Debo decir que en los últimos tiempos casi todas se limitan a la cuestión eléctrica, indicándome que tengo una irregularidad en mi contrato. Tras varias llamadas, que comenzaron hace meses, me puse en contacto con la compañía actual con la que tengo el suministro y me confirmaron que no tengo ninguna irregularidad, por lo que deduzco que, vía miedo a un corte o sanción, quieren que acepte su propuesta.
Quienes realizan la llamada no tienen la culpa de ser tan pesados, porque, al fin y al cabo, están haciendo su trabajo, pero son los que pagan los platos rotos por colmar nuestra paciencia, sobre todo cuando el sonido del móvil te despierta de la siesta, uno de los momentos más gratos del día. Intento silenciar el teléfono, pero cuando no lo hago, por olvido o dejadez, y llega la dichosa llamada, lo que hago es buscar una terapia que rebaje mi enfado, tipo inventarme otra personalidad o directamente vacilar a quien llama. A veces hasta me da cargo de conciencia, pero son tan pesados que no se puede aguantar ese bombardeo diario.
Además, una vez finaliza la llamada, directamente voy a la opción del móvil «añadir a la lista negra» para aplicársela a ese número, aunque creo que me vale de poco, porque lo he hecho más de un centenar de veces y siguen llamándome. La siguiente opción, si nunguna ley lo remedia, es recurrir al Orfidal.