Medio centenar de campus públicos y privados suscribieron un documento con recomendaciones para alumnos y profesores para un uso adecuado del lenguaje, evitar el «sexismo lingüístico» y poder alcanzar una igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Proponen, por ejemplo, sustituir hombre por ser humano o humanidad, estudiante por estudiantado, profesor por profesorado o trabajadores por plantilla.
Muchas son las reacciones a este documento al que, para empezar, los creadores deberían buscarle un sinónimo neutro. Una de ellas es Serafina García, profesora titular de Filología Española de la Universidad de Oviedo, quien indica en El Mundo que «el masculino genérico es una característica de la arquitectura morfológica de las lenguas romances y no un mecanismo perverso de anular a las mujeres» y añade que «es sorprendente que las universidades hayan asumido con naturalidad la idea apriorística de que cambiar la lengua cambia la realidad».
¿El o la son la solución? Yo creo que no. Pienso que hay campos más importantes y necesarios que el lingüístico en los que hay que trabajar contra el sexismo, porque ahora mismo hacen falta más hechos que palabras para conseguir que las vergonzantes cifras de maltrato y de violencia machista desciendan de forma significativa y no sean tan similares año tras año.
Por cierto, yo soy periodista y en ningún momento se me ha ocurrido iniciar una cruzada para ser periodisto. Enseñar a mi hijo y a mi hija desde pequeños que son iguales y tienen los mismo deberes y derechos me preocupó más.