Emilio Valero, el hijo de aquel buen torero albacetense y mejor persona que fue Valerito, me ha enviado una entrañable instantánea del Albacete de mi niñez. Recoge el ambiente y la luz navideña de la calle del Marqués de Molins. Iluminada con estrellas de Navidad que pagaban los comercios y no el Ayuntamiento, se atisban los coches de aquella época y sus comercios, muchos ya desparecidos. Entonces, la Calle Ancha no era peatonal. El sentido del tráfico iba con dirección hacia el Parque. Con comercios míticos como Blayne de Antonio Parra, Lorenzo y Amando, Pañerías Sanz, Nova, perfumería Cabeza, Albacete Religioso (aquel que saquearon las turbas guerra civilistas), el restaurante Rodenas, la cuchillería Simón, la cafetería La Suiza, la Caja de Valencia que dirigía Alberto Lillo Chirivella, el señorial Hotel Central, Pañerías Sanz, el estanco de Perico, Belda el fotógrafo, la joyería de Vicente Mompó, Open, Nova, Yagüe, la papelería de Roberto, las confecciones de Iniesta y Moya, la ropa de niños de Fuentes, la óptica Americana de los Septién, el bar Aldonza por el que aperiteaban Eugenio Paños, Enrique González, o Godofredo Jiménez. Y haciendo chaflán con la calle Mayor, la zapatería de los Sevilla, los modernistas almacenes Legorburo (para el que nadie hoy encuentra una solución) y ese Fontecha y Cano (nuestras Galerías Preciados albaceteñas). Por cierto, no se pierdan el episodio que José Fidel López dedica en su podcast Cuentos de Cine a esos almacenes de Fontecha con la primera escalera mecánica de Albacete. Y no, no me olvido de aquella entrañable cafetería de Placido, chaflán con la calle Concepción. En mi pituitaria neuronal mantengo ese olor tan característico de Plácido. Aroma a café tostado, a tostada en plancha untada de mantequilla y al rico cruasán que allí lo bordaban. Luego Plácido abrió una sucursal frente al Banco Bilbao del director Polo y aquellas Galerías Brindis, ubicándose donde hoy está la perfumería Cande. Evocar estos comercios, tan nuestros, tan cercanos, es reivindicar el comercio local que hoy es mínimo. Como no nos cansamos de recordar: a las ocho, cuando se cierra la caja, el dinero sale de Albacete para Arteixo, Madrid o Barcelona, y ni pasa por nuestros bancos. Así es.