La situación política española, tanto en el presente como en el futuro más inmediato, depende en gran parte de lo que ocurra en Cataluña. Tras las recientes elecciones catalanas parecía despejarse un panorama que en nada se parece al que imperaba en Cataluña en los últimos años. La rotunda victoria de los socialistas catalanes y el que por primera vez en mucho tiempo los partidos independentistas no sumaran los votos suficientes para formar gobierno, hacía presuponer un avance claro de Salvador Illa hacia la conquista de la presidencia de la Generalitat. Pero ese avance se ha frenado en estos instantes ante la aparición de un nudo gordiano ahora mismo difícil de sortear. Según la leyenda griega, cuando el gran Alejandro Magno se dirigía imparable hacia la conquista de Oriente sus tropas se frenaron en Frigia frente al Imperio persa con el nudo gordiano como obstáculo insalvable. Alejandro superó esa situación a golpe de espada para deshacer el nudo.
Ahora el nudo gordiano viene a ser la postura testaruda de los nacionalistas catalanes y su singular exigencia de financiación y de política fiscal autonómica. A menos votos, mayor intransigencia, este parece ser el lema imperante entre las formaciones independentistas catalanas que han convertido su dinámica política en el nudo atascado del que hacen gala y del que pretenden hacer dividendos en el ámbito nacional tensando la cuerda que enlaza el nudo más de la cuenta y no sólo en la posible investidura de Illa al frente de un presunto gobierno de los socialistas catalanes, sino también con el propio gobierno de la nación, el Gobierno de España, que caería inevitablemente, cercenado por un espadazo equivocado.