Antonio García

Antonio García


Onicofagia

04/03/2024

Retomo el tema de las uñas porque esta semana he descubierto que dos eminencias padecen el trastorno de autolesionarse los dedos, ya por la parte de la uña o de la cutícula. Pedro Sánchez es más de uña (onicofagia), y en una foto se le ve en trance de decidirse por cuál empezar. El rey Felipe, en cambio, tira a la carne del pellejo (dermatofagia), como atestiguan sus dedos con tiritas profilácticas. Tienen los dos muchos motivos para este atenuado canibalismo: la ansiedad que les genera su posición privilegiada, ensanchada si se acumulan adversidades: Sánchez ha tenido que afrontar una derrota de su partido en Galicia, y le ha salido un orzuelo de corrupción en un ministerio; Felipe, además de las obligaciones propias de su cargo, lleva soportando mucho tiempo, con discreción ejemplar, el orzuelo de Sánchez. Ciertos hábitos -en este caso, malos hábitos- unen más que la genealogía de la sangre, la camaradería, o la afinidad de caracteres, de ahí que yo, onicófago y dermatófago a la vez, me haya sentido muy cercano (tanto como uña y carne) a estos dos patriotas, sin ser yo ni muy socialista ni muy monárquico ni muy patriota. El dicho popular que desprestigia nuestro consuelo («mal de muchos consuelo de tontos») merece en este caso una corrección, porque entre esos muchos se encuentran dos luminarias. No es que ello vaya a hacernos mejores ni a convertir en virtud una costumbre odiosa, sino que certifica que del rey abajo todos somos iguales, al menos en cuestiones digitales. Por el ocultamiento de la tirita, no se ha podido ratificar la leyenda de que la sangre regia sea azul, pero apostamos a que es tan roja como la de Sánchez y como la nuestra.