Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


El atracón

27/01/2024

Las lecturas tardías pueden ser o no asignaturas pendientes. Era el caso de las Memorias (casi) de Dionisio Ridruejo. No sólo me interesaban sus posiciones políticas, siempre incómodas, quizá por un carácter arrollador y un tanto sumario; me removía su verso y, antes que nada, el haber sido el gran traductor del Quadern gris, de Josep Pla -sin olvidar a Gloria de Ros-. Así que llevaba unas noches de mucha felicidad leyendo a Ridruejo -incluso afilé un lapicero nuevo- y concurriendo a esa navegación de leer el catalán de Pla traducido y como de segunda mano   -la escritura castellana de Pla, siendo tan notable, no deja de ser un segundo plato-. En el modo de escribir, Pla y Ridruejo son como el agua y el aceite: Ridruejo es como el gótico castellano y Pla (que él solo es una monarquía) adivinó en seguida la oceánica tristeza que, «en su arquitectura poética, llena de piedras, de sillares, de mármoles, de torres y de tumbas, late la sombra tensa y lúcida de la melancolía». He procurado leer a Pla en catalán -la bellísima lengua catalana- como muy despacio, adivinándolo y utilizando el Gran Diccionario. Pero es inútil. Los grandes prosistas son escritores musicales (la escritura es musical o es nada) y conviene abandonarse a esa de prosa con el oído atento del lego en música. Eso está bien un rato. Hay una memorable entrevista de Soler Serrano a Pla en A fondo. Es del año 1977 y libremente disponible en RTVE.es. Cuando me ataca la melancolía suelo recetarme la entrevista, vuelvo al gran cronista parlamentario en castellano y me acerco, como un grato deber, a la canónica traducción de Ridruejo. Pla jamás envejece (quiero decir ese modo de envejecer de otros grandes, caso de Azorín o Baroja) y es para mí un misterio cómo el duro burgalés, el de los Sonetos de la piedra, resultó capaz de pasar a la senda de la elegía planiana. Pla sobrevivió a Dionisio Ridruejo por media docena de años (esto es mucho) y no fue desatento con Ridruejo -lo fue, atento, a la manera de Pla, muy dado a los contrastes-. Las Memorias de Ridruejo son mucho más fáciles que su poesía -y resultan vergonzantes las actitudes de Tovar, de Pemán o del gran Pedro Laín-. Yo me las había racionado de grado con la finalidad de hacerlas más durables. Pero ayer me di el atracón definitivo con gula.