Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Julián, el portero

27/02/2024

Aseguran los afectados que Julián, el conserje-portero del bloque de viviendas quemado pavorosamente en la querida Valencia, demostró aquella aciaga tarde una actitud heroica. Cuando se desató el incendio, fue llamando puerta a puerta, priorizando a los mayores, para avisar de la tragedia que se avecinaba: «¡fuego, hay que salir!». Gracias a su acción, seguramente muchos vecinos están hoy vivos. Julián dignificó con su acción la profesión de portero o conserje de finca. Una profesión muy española, aunque aquellos interfonos de mi tiempo, los videoporteros de hoy o los vigilantes de centralita de megabloques la van extinguiendo. Históricamente, los porteros o porteras (en el siglo XIX eran más ellas que ellos) cumplían funciones de seguridad, por el carácter de agentes de la autoridad que se les atribuyó desde 1908. Una norma pasó a obligar a las casas de vecindad de Madrid y Barcelona a disponer de un portero encargado de la vigilancia y de impedir la comisión de delitos dentro de las fincas. Luego se fue extendiendo por toda España. En Madrid, aún pueden verse casas en cuyo zaguán o entrada se ve el garito con la razón «portería». En mi mejor memoria guardo a mis porteros. En nuestra casa albaceteña de Francisco Fontecha, mandaba el portero Basilio Guillén, que, en palabras de nuestro cartero Valeriano Belmonte, guardaba gran parecido con el actor Roberto Camardiel. En el último piso, dando a la escalera interior de servicio, Basilio vivía en pocos metros cuadrados junto a su mujer, Carmen, y sus hijas, Llanitos y María del Carmen. En Madrid, tuvimos un portero inolvidable, el servicial y elocuente Gregorio Villegas, que era de Villafranca de la Sierra, pueblecito abulense refugio de nuestro Benjamín Palencia. De él me contó algún secreto. Últimamente, recuerdo con especial cariño a Julio Cabal y Javier Cordovilla, conserjes en nuestro piso de la calle Max Aub. En el cine nadie encarnó mejor al portero que el actor Erasmo Pascual, con su inolvidable papel de Eulogio en La gran familia. Aquí acaba este minúsculo homenaje a esta querida profesión a la que dignificó un héroe mayúsculo llamado Julián.