Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Negligencia mortal

05/11/2024

La conclusión no debe de ser la negación del Estado del que el pueblo somos parte inexorable. La pregunta final que debemos de respondernos todos, mirándonos a los ojos, es cómo es posible que hayamos colocado a semejantes negligentes al frente del mismo. El retrato es brutal e insoportable para cualquier país con dos dedos de frente, aunque sea bajo un flequillo empapado de dolor y lodo. A la vista de todos, sin excepción, ha quedado que ni Sánchez, ni Mazón pueden seguir un solo segundo al frente de sus cargos. Han demostrado a lo largo de esta última semana, y tras la feroz DANA que ha arrasado parte de Valencia, que no están capacitados, ni por asomo, para tomar decisiones transcendentales que habrían salvado decenas de vidas. En un momento en el que las ideologías no importan, y los protocolos están para saltárselos, estos dos políticos, con sus lamentables praxis y peores decisiones, han dejado a la vista de todos que es un grave error que estén donde presumen. El pueblo que ha salvado al pueblo no los quiere y así lo han dejado patente en su visita a epicentro de una catástrofe que de haber sido bien gestionada -en cuanto a su detención, alertas y atención inmediata tras las monumentales riadas- solo se valoraría por daños materiales. Sanchez y Mazón no son dos asesinos, como les gritaron a la cara los vecinos de Paiporta, son una pareja de incapaces que si tuvieran un mínimo de decencia esta misma los invitaría a dimitir, no sin antes pedir perdón a un país, y a una comunidad autónoma, a la que han abandonado ante su mala suerte. Váyanse y déjennos que saquemos a nuestros muertos del barro, limpiemos las calles de tristeza marrón y afrontemos un presente de ruina con la esperanza de esos valencianos que son gente ejemplar, no como ustedes. Seguramente no solo yo, y ante la flagrante incompetente labor política, eché de menos que los militares tomaran el mando para liderar la gestión y organización del envío de ayuda -activos y maquinaría- a una tierra devastada que se lo pedía a gritos. ¿Cómo es posible que aún, una semana después de que se desencadenara la calamidad, ni un diez por ciento del Ejercito esté trabajando, a destajo, en el corazón del desastre? La pregunta tiene difícil explicación, pero peor es intentar comprender cómo es posible que, tras su vergonzosa labor, Sánchez y Mazón -tanto monta monta tanto- sigan al mando de nada.

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