Con la llegada de cada nuevo año, muchos ciudadanos nos marcamos una serie de propósitos que, pasado el primer mes, apenas hemos cumplido o, directamente, hemos incumplido, con el consiguiente malestar por haber sido incapaces de lograrlo. Por este motivo, en 2025 he decidido aplicar la llamada psicología inversa y me he marcado varios despropósitos.
El primero, como no podía ser de otra manera, está relacionado con la salud y con el consumo de tabaco, por lo que he decidido fumar más cigarrillos al día. El culto al cuerpo es otro de los grandes objetivos, por lo que para este inicio de año me he marcado el objetivo de engordar varios kilos, que mi incipiente curva de la felicidad también merece su atención. Además, como cuando uno no se encuentra bien y va al médico lo que le recomienda es reposo, dejaré la tontería esa de andar e intentaré pasar más horas tumbado en el sofá.
No olvido la cuestión dogmática en mi lista de despropósitos, por lo que también aumentaré las horas de visionado de La 1 de Televisión Española, para impregnarme más de la doctrina de Pedro Sánchez, que uno no sabe si habrá elecciones anticipadas y tiene que tener lo más claro posible su voto.
Seguramente, a finales de enero, me habrá pasado lo que todos los años y, en esta ocasión, me quedaré sin cumplir mis despropósitos, pero seguramente seré más feliz... Hasta que empiecen a llegarme las facturas con los nuevos impuestos.