Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Cascarrabias

08/11/2024

Tengo un perrete muy cascarrabias. Yo pensaba que era normal que ciertos perros se comportaran más bien como gatos, pero al parecer no es así. La mayoría de los perros son cariñosos con sus amos. El mío se ha caracterizado más bien por su talante poco afectivo y por tolerar a duras penas los mimos que recibía. Con los años la situación ha empeorado. Ahora que ha entrado en la tercera edad canina y está delicado de salud, se ha convertido en un perfecto sociópata. He perdido la cuenta de las veces que me ha mordido por tratar de hacerle una caricia o de darle una pastilla. En la veterinaria le tienen pánico. Lo han apodado la Metralleta, porque mientras una de ellas lo sujeta a duras penas, él le ladra y le gruñe a la otra con gesto de alimaña. Desde fuera suena como si estuvieran tratando de vacunar a un demonio de Tasmania. Mi mujer afirma que es culpa mía, que fui yo quien le enseñó a comportarse de este modo. Y todo porque cuando el animalito tenía dos o tres años, le enseñé un truco que a las visitas les hacía mucha gracia. Yo colocaba mi cara cerca de la suya y le decía «Frankie, ¿qué opinas sobre la Cospedal (o sobre Rajoy)?», a lo que él respondía gruñendo como un loco y enseñando los dientes. Y desde entonces se le quedó esa costumbre, que ha alcanzado proporciones tales que ya no me atrevería a hacerle el jueguecito, ni siquiera con Errejón o Pedro Sánchez, porque seguramente me arrancaría una oreja de un mordisco. Puede que mi mujer tenga razón, después de todo, y la conducta del animalito sea imitativa. Ya llevo un tiempo preocupado por lo antisocial que me he vuelto. De hecho, hace ya una temporada que siempre salgo a la calle con los auriculares puestos para no tener que oír a mis semejantes, y de paso para acallar mis propios pensamientos, pues la verdad es que no los soporto.