Acaba de morirse una de las leyendas más grandes del deporte nacional, como fue el campeonísimo atleta Mariano Haro. La simiente de nuestro hoy triunfante deporte la sembraron en los años 50, 60 y 70 cinco españoles: Bahamontes, Santana, Nieto, Fernández Ochoa y este Haro. Bahamontes subiendo por las rampas de Toledo el carrito de los ultramarinos. Manolo recogiendo pelotas. Ángel montado a lomos de una de aquellas motos Derbi paleta. Paquito lanzándose por las pistas de Guadarrama y Mariano dejándose las suelas de sus zapatillas de mercadillo por los páramos castellanos. Recuerdo como si fuera ayer aquella final de los 10.000 metros en la trágica olimpiada Munich 72, donde Haro rozó la medalla y quedó cuarto. Pero aquello se vivió como un triunfo nacional. Cómo estaría el patio del medallero olímpico español, que la aislada medalla de bronce del boxeador Rodríguez Cal en ese Munich, fue un acontecimiento en el país. La muerte de Mariano Haro me ha evocado la figura de uno de sus discípulos más aventajados, el albacetense Constantino Esparcia. El más grande atleta de la historia de Albacete. Ganador en 1986 del mítico Cross de Lasarte (la catedral del cross internacional). Triple campeón de España de cross (1985, 86 y 87). A Esparcia lo descubrió en 1972 ese cazatalentos del deporte albacentense que fue el recordado don Evaristo Cantos. Constantino venía corriendo con zapatos al Taller Sindical desde las huertas del Molino Los Prados donde vivía. Luego compró un par de aquellas zapatillas tórtolas en Los Invasores. Evaristo lo hizo campeón local y provincial escolar por aquel circuito que iba del Carlos Belmonte, pasando por la Pulgosa, hasta el depósito del Butano. Lo fichó un equipo de relumbrón valenciano. Allí se hizo policía nacional. Y corrió como figura internacional estando ya en el querido cuerpo policial. Cuando competía en aquellos años de plomo por los célebres cross vascos (Lasarte o Elgoibar), sufrió el odio de los abertzales que animaban a los etíopes o keniatas al grito de «negros, ganarle a ese españolito de Albacete». Esa imagen de Esparcia, embarrado, heróico, entrando ganador en el cross de Lasarte no la olvidamos. Fue nuestro Mariano Haro.