Para los niños la noche de hoy es la más especial de todas cuantas existen en el calendario. Minuciosamente preparan la llegada de los Reyes Magos, los mismos que son capaces de todo, que se desviven por complacer los deseos de los más pequeños, aunque después la cuesta de enero sea un poco más dura para la economía familiar. Es la noche de la ilusión, la inocencia y la esperanza, de esos sentimientos que residen puros en nuestra más tierna infancia y que pronto abandonamos ante la realidad más dura del mundo que nos tocó vivir.
En estos días, los jugueteros, que están en plena temporada alta, aseguran que los productos tradicionales, los juguetes de toda la vida, están en declive, en favor de aquellos que incorporan la tecnología o, simplemente, son productos electrónicos, como relojes inteligentes, teléfonos móviles de última generación, tablets u otros dispositivos que entretienen a los niños y adolescentes en los últimos años. El uso de estos nuevos juguetes provoca que en las ciudades ya no se vean estampas como antaño, cuando los niños perseguían un balón en la calle o se entretenían con el escondite, el pilla pilla o un sinfín de juegos populares que ya no existen más que en la memoria de unos padres que crían a sus hijos en la abundancia y en la sobreprotección desmesurada.
Dentro de unas horas, centrémonos en la magia de la noche más especial para los niños que todavía tienen una ilusión pura por tres magos de Oriente que, con su búsqueda incansable del Mesías, consiguieron que este mundo fuera un poco mejor. ¡Feliz noche de Reyes!