Es curioso cómo cada rincón del mundo mantiene vivas ciertas tradiciones que, sencillamente, son deliciosas. En Brasil es costumbre agasajar con el primer pedazo de la tarta de cumpleaños a esa persona especial que elige el homenajeado, con ese gesto evidencia lo importante que es para él. Así las cosas, se ha viralizado un video en el que el cumpleañero entrega ese primer trozo del pastel a su hermano pequeño quien, fruto de la sorpresa y la emoción, se rompe y llora de pura felicidad.
Y es que los hermanos son esos seres que el destino nos regala como aliados en la batalla, como cómplices de una partida del juego de mesa que es la vida, como copilotos de un viaje espectacular repleto de mil aventuras, como los pilares sobre los que apoyarnos cuando las fuerzas flaquean.
En mi caso ser la pequeña de cuatro es un regalo de Dios. He bebido de sus influencias musicales, me han avanzado la selección de las pelis que merecen la pena, me han recomendado libros, me enseñaron a conducir (no sin una ingente colección de anécdotas), me han protegido de las tormentas y me han ilustrado con su sabiduría y su experiencia. Los hermanos mayores son los que van abriendo puertas y allanando el camino.
Pero no todo es maravilloso, de niña heredaba toda la ropa y jamás estrené una bicicleta. Nadie me preguntó si me gustaba la tortilla muy hecha, esa decisión ya estaba tomada cuando yo nací, pero, sinceramente, no cambio mi posición de benjamina por nada en el mundo.
Definitivamente sí, yo también daría ese primera porción de mi tarta a cualquiera de mis hermanos.