Jack Lemmon interpretó a Félix y Walter Matthau a Óscar en aquella extraordinaria e inolvidable película de 1968, que dirigió Gene Saks, titulada La extraña pareja. Cuenta la historia de dos divorciados que deciden irse a vivir juntos, compartiendo piso y gastos. Partiendo de la base de que son como agua y aceite, nada bueno augura a una pareja de personajes tan diferentes y, por ende, sin apenas consenso. Page y Serrano son los Félix y Óscar de la política castellanomanchega en este 2024. Y de esto, el primero de los dos tiene casi toda la culpa. Desde que recuerdo, nunca un presidente autonómico del PSOE ha tenido tan buen concepto y relación con un alcalde albaceteño del PP. Más bien al contrario. Y esto parte de dos principales premisas. La más importante es que ambos han entendido que un futuro prometedor para Albacete pasa por una gestión conjunta, y sin ambages, a su favor. Y la segunda, y no menos definitiva, es que, en su virtual camino hacia La Moncloa, todo lo que sea seguir horadando la imagen de Sánchez y todo su equipo, y por añadidura de Ferraz, es algo que Page va a seguir aprovechando como si le fuera la vida en ello. Sabemos que entre los dos están las cosas claras, concisas y sobre la mesa. Y eso es lo mejor que puede pasar entre las dos principales administraciones que dirimen los designios de una ciudad que parece que, por fin, avanza en un sector, tan siempre negado por estos lares, como es el industrial. Acabamos de asistir a la puesta en marcha del hub logístico de Airbus. Pero su activación, a pleno rendimiento, depende de que Serrano y Page rubriquen los trámites que facilitarán que el polígono en el que se va a instalar pase a tener la certificación pertinente. Ello facilitará que otras empresas potentes del ramo vengan a instalarse aquí, sumando en ese sueño de convertirnos en el lugar en el que se concentra la mejor industria aeronáutica de España y una de las mejores del sur de Europa. Casi nada en juego, amigos lectores. Y aquí es cuando, y de verdad, la extraña pareja debe de demostrar su capacidad política de muy altas miras, por encima de esa inédita buena sintonía que pueda existir entre ellos, para disgusto de otros. Es hora de dar un paso conjunto al frente que puede cambiar para siempre el estatus económico de una ciudad en la que nadie pensó tanto como se está haciendo ahora. Serrano y Page nos enseñan el camino.