Elena Serrallé

Elena Serrallé


Cuando las palabras fallan, la música habla

22/11/2023

¿A dónde va una cuando no quiere estar en ninguna parte? A la música. ¿A dónde cuando pesa la vida, cuando el eclipse se eterniza? A la música. ¿A dónde cuando se ata el nudo en la garganta, cuando respirar duele? A la música. ¿A dónde va una cuando está al borde del abismo, cuando el vacío lo ocupa todo y cuando las respuestas están ausentes? ¿A dónde cuando llega la despedida y cuando se muerde los labios para frenar la cascada de lágrimas? A la música.
¿Y a dónde va una cuando quiere brindar por las buenas noticias, por los logros obtenidos, por un «sí» conseguido con mucho esfuerzo? A la música. A la música también va una cuando quiere bailar, reir, abrazar, disfrutar. ¿A dónde va una cuando quiere volar o cuando desea sumergirse en otras historias? A la música. La música siempre es el destino y es el camino. Presente en todos los acontecimientos de nuestras vidas. Los tristes, los grises, los duros, los felices, los emotivos, los solemnes, siempre.
Hay dos tipos de personas, aquellas a las que le gusta la música y aquellas a las que le apasiona, es decir, no conozco a nadie que le disguste este arte. Llegó a verbalizar Nietzcche que la vida sin música sería un error.
Yo entiendo la música como un oasis en medio del caos, como el refugio perfecto a los días locos, como el bálsamo al ritmo trepidante, como la calma en los días de lluvia. Todos tenemos una banda sonora en nuestras biografrías, la que nos identifica, la que nos emociona, la que perfila nuestra mejor versión.

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