Cayendo el ferragosto a cholón sobre nuestros cuerpos, ya más amojamados que serranos, durante el fin de semana nos evadimos sin apenas victoria de la cotidianeidad, para simular que disfrutamos de unas vacaciones de las que, aún merecidas, algunos carecemos. Y en el solaz rural, de esta ocasión, entre vicios estivales consentidos y demás gozadas alegales, en el lugar en el que me encuentro, perdido voluntariamente hasta de mí mismo, sólo se habla de un asunto que a todos amarga la calurosa velada. Se trata de la muerte de una vecina a causa de que un hígado que lamentablemente nunca llegó. Se supone que se hizo todo lo posible para salvarle la vida a una mujer de 70 y pocos años a la que todavía no le habría llegado la hora si el protocolo de trasplante hubiera sido efectivo. Tic, tac, tic, tac. Llegados a este punto, y con el dolor a flor de piel, la reacción lógica es la de criticar a un sistema sanitario que, en el momento clave en la vida de una persona, no estuvo a la altura de sus propias exigencias. También podemos acudir al factor «mala suerte» para intentar justificar que el órgano vital sano, que necesitaba una albaceteña para seguir viviendo, no llegó a tiempo. Escuchando a sus familiares y amigos, hundidos ante la impotencia vivida por no haber podido hacer nada ante tan desesperante situación, se acude a temas recurrentes como son la calidad de la sanidad castellanomanchega, y por ende española, y lo interminable de las listas de espera que, en muchos casos, acaban costando la vida a muchos de los nuestros que, siendo atendidos en tiempo y forma, seguro que salvarían sus vidas. Tic, tac, tic, tac. Los políticos responsables del área sanitaria pueden salir a contarnos mentiras, sin que el detector de trolas al gusto de Sánchez los detecte y penalice. Lo que no es un fake es que, en estos momentos, bajo el tórrido amanecer de agosto, hay en Albacete decenas de personas esperando que las operen desde antes de que saliera el primer sol de este 2024. Algunas de ellas, con afecciones de riesgo que precisan de delicada cirugía. Ese, tan precioso como maldito, hígado no llegó. A otros les aplazan sus intervenciones, ya programadas, una y otra vez. Pero lo más importante es regenerar una democracia -aquí es cuando se escuchan carcajadas- hecha a medida de unos cuantos para que, entre otras cosas, artículos como éste no vean más la luz. Tic, tac, tic, tac…