Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Diferentes orgullos

02/07/2024

Él y su pandilla pensaron que la mejor forma de celebrar el 'Día del Orgullo' era vistiéndose de mujeres raras, con taconazos imposibles y pelucones propios de lo fatal, en contraste con sus mostachos adolescentes que sí, eran fetén. Y así se pasearon por la calle Ancha, bajo las sombras de los parasoles del Umbrella Sky, en su camino hacia el comienzo del desfile, que los llevaría hasta la Feria desde el consistorio local. Seguramente en su transitar por el centro tuvieron que soportar algunas miradas desaprobatorias e, incluso, comentarios homófobos. Contaban con ello, sabían que asomarse a la calle más popular y burguesa de su ciudad, en un sábado de rebajas y paseíto familiar, exhibiéndose de tal guisa, no iba a salirles gratis. Seguramente lo había tenido en cuenta y asumieron los riesgos. Era su forma de visibilizar su homosexualidad, en un día especialmente señalado para eso, y nadie los iba a parar, como así fue. Al final de la loca noche, regresaron de madrugada a sus casas, situadas en un barrio albaceteño cualquiera, por calles menos céntricas y concurridas; eso sí, dando un poco de rodeo, por si las moscas. Siempre recordarán aquella tarde en la que se atrevieron a desafiar a la realidad, subidos sobre unos zapatos de mamá, dando graciosos caderazos a diestro y siniestro por Tesifonte Gallego, «¡olé nuestros ovarios!», gritaron a ese mundo que, aún y a veces, los estigmatiza y rechaza. Esa misma tarde, como todos los sábados, una pareja de albaceteños salieron a tomar unas cañas con su habitual grupo de amigos. Gays y heterosexuales juntos, en perfecta armonía y respeto. Hacer lo de siempre -lo que les gusta y les divierte- fue su forma de participar, sin estridencias, en la jornada en la que se visibilizan las muy diferentes condiciones sexuales para, precisamente, concienciar de su existencia. Todo desde una normalidad que, quizá y lamentablemente, sólo personas como ellas, pertenecientes a un círculo social avanzando, sensible y educado, pueden disfrutar en su devenir diario. Por eso no sintieron la necesidad perentoria de procesionar bajo el sonido de himnos gays, ni de mostrarse enfundados en banderas multicolores o gritar consignas LGTBI a los cuatro vientos. Dos formas diferentes, pero igualmente válidas y respetables, de seguir reivindicando que la libertad sexual es un derecho de todos. Una tarde de orgullos diferentes.