Este jueves, Ana Belén, uno de los mitos de la escena y de la canción española, recogerá el XXV premio nacional de teatro José Isbert que concede nuestra asociación AMIThE. En un soplo han pasado 25 ediciones desde que el grandísimo José Luis López Vázquez recogiera en abril de 1996, y en el Auditorio Municipal, su primera edición. Esa mañana entramos, con el premiado y con un generador eléctrico, al abandonado Teatro Circo. Tuvimos que apartar cascotes y hasta animales muertos. Y lo peor, comprobamos que el telón histórico, hoy reproducido brillantemente gracias a Miguel Cano, estaba cortado por su centro, y okupas habían hecho fuego. Mucho ha pasado desde entonces. Lo peor la ausencia de seres muy queridos para mí que fueron decisivos en la complicada y ardua rehabilitación como Gregorio Arcos, Luis Parreño, Pedro Sarrión o mi admirado Tony Leblanc. El palmarés de los premios Isbert es, sencillamente, impresionante. Faltan algunos nombres porque antes se nos murieron, pero todos los que en él figuran son historia del teatro español. Los premios Isbert, como el galardón de Gregorio Arcos, son orgullo de Albacete y del Teatro Circo. No son premios públicos, ni institucionales. Están dados y sostenidos por la sociedad civil que los creó y los mantiene. Gracias especiales a la familia Arcos por su apoyo de mecenazgo, continuador del deseo del patriarca don Gregorio en recuperar el Teatro Circo. La galería de los premios Isbert en el Teatro Circo es sencillamente espectacular. Ahí están los López Vázquez, Tony Leblanc, Concha Velasco, Maria Isbert, Lina Morgan, Emilio y Julia Gutiérrez Caba, Arturo Fernández, Saza, Nati Mistral, Amparo Rivelles, Mary Carillo, Nuria Espert, El Brujo, Carlos Hipólito, Lola Herrera, Osinaga, Galiana, Amparo Baró, Boadella, Sacristán, la saga de los Merlo Larrañaga, Gala, Blanch y ahora, desde este jueves, un icono de la escena como Ana Belén. En estos 25 años hemos pasado de un Teatro Circo en ruina a ser candidato a patrimonio de la Unesco. En ello ha tenido mucho que ver este Premio. Un ejemplo de fidelidad y amor por las artes escénicas.