Se ha ido la chica yeyé, la del pelo alborotado y las medias de color y no nos queremos enterar, no me quiero enterar. Se ha ido fiel a su estilo, elegantemente y sin hacer ruido, sin aspavientos, sin estridencias ni fanfarrias. Se ha ido Concha y eso a mí me produce mucha tristeza.
La sonrisa perenne incluso en los tiempos más difíciles, en aquellos en los que vivió arruinada por culpa de un marido que, aparentemente, no supo estar a la altura y lo que aún es más lamentable, no supo quererla como ella se merecía. Aunque se conformara.
Las piernas de España. Siempre he sentido verdadera admiración por las piernas de la Velasco, tan divinas, tan proporcionadas, tan bien definidas, las piernas de una gran artista.
El pelo corto fue otra de sus señas de identidad y, quizá por aquello de estar en su equipo, me fascinaba cómo lo lucía y lo peinaba. Una señora avanzada a su tiempo, valiente, decidida, competente y que quiso ser artista y lo consiguió...vaya si lo consiguió.
Fue galardonada con el Premio Goya de Honor en el año 2012, el Premio Max de Teatro de Honor en el año 2019, el Premio Valle Inclán en el año 2015, el Premio Ondas a la mejor actriz en 2012 y la Espiga de Oro de la Seminci en el año 2015, pero, sin lugar a dudas, su mayor reconocimiento es el que de manera indiscutible le ha profesado su público, sus espectadores, y todos los que hemos disfrutado a lo largo de su trayectoria de su gran y buen hacer.
Hasta siempre, querida Concha. A ver si te enteras de que te queremos de verdad.