Cientos de albaceteños hicieron cola el pasado viernes para hacerse con uno de esos miles de parasoles que, desde junio, han puesto el punto de color y, sobre todo, procurado sombra, a nuestra calle Ancha. De esta manera, popular y agradecida, se ponía punto final a una propuesta que ha contado con la aprobación de la gran mayoría de la albaceteñía. Sólo un escaso número de afectados por su instalación y mantenimiento -residentes en los primeros tramos de Tesifonte Gallego- y algunos usuarios de los negocios hosteleros de dicha calle- han mostrado su malestar ante el Umbrella Sky. Una de las quejas más escuchadas es que en las terrazas de dichas cafeterías, los paraguas daban más calor que otra cosa y eso espantó a una parte de la clientela que allí se da cita de forma habitual en busca de espacios de solaz más abiertos y aireados. En cualquier caso, éste que forma felicita al Ayuntamiento y a la empresa patrocinadora de esta original acción por lo novedoso, atractivo y efectivo de esta fiesta de parasoles que ha quitado algo de calor a la calle más ancha, querida y frecuentada de la capital. Lo mejor de todo es que ha salido a coste cero para los albaceteños, cosa siempre a celebrar. Llegados a este punto es momento de repensar cómo queremos que sea la calle Ancha de la próxima década. Una vez peatonalizada, debemos de corregir errores de cajón que, seguramente, puedan deslucir uno de los mayores aciertos de ordenación urbanística de la que ha gozado el centro de nuestra ciudad. Uno de ellos, por supuesto, afecta a la propia temperatura que puede sufrir cualquier transeúnte que pasee, o pase, en los meses de verano por dicha vía. Al no existir apenas vegetación -ni un solo árbol, sólo unos cuantos y tristes parterres elevados- sobre el abrasivo cemento -craso error a enmendar- no hay donde protegerse del soletón que castiga a esta especie de gran mausoleo hasta convertirlo en un insoportable horno. Me consta que el Ayuntamiento ya piensa en instalar algún tipo de grandes toldos -al más puro estilo calle Larios de Málaga, por ejemplo- para intentar dotarla de sombra que reste unos grados a la piedra imperante. Otro de los errores garrafales -más denunciados por las personas mayores- es la incomodidad de esos bancos modernos… sin respaldo. Sería interesante el estudiar la posibilidad de su cambio por otros más cómodos, sobre todo para los que más los utilizan. Sobre la propia piedra utilizada para el suelo, poco más se puede decir, sólo hay que darse una vuelta por allí para comprobar que no fue la mejor elección por lo sucio y avejentado de su aspecto, por mucho que cada mañana una máquina de limpieza municipal la repase de arriba abajo. Tomen buena nota de lo que los albaceteños piden, y pagamos con nuestros impuestos, y entre todos haremos una ciudad, y calle Ancha, más humana y, por ello, mejor.