Cuando 2024 se acerca a su final, el Instituto Nacional de Estadística (INE) hizo oficial los datos del Padrón municipal a día 1 de enero, donde la provincia de Albacete gana habitantes. Ése sería el titular más llamativo, pero si rebuscamos hay otras conclusiones y no son buenas precisamente.
La capital ganó durante el último año 900 vecinos, mientras que la provincia lo hizo en 1.425 habitantes, con lo que se sitúa en 388.599 personas. Son cifras positivas, pero esconden una realidad dramática para el medio rural. El Padrón también revela que en hasta 51 localidades albacetenses decreció la población, siendo el caso de Tarazona de la Mancha, con más de 6.000 empadronados, el más llamativo. Más de la mitad de los municipios pierden habitantes, lo que se traduce en que el crecimiento de vecinos se concentra en los grandes núcleos. En definitiva, la provincia se desertiza en cuanto a población se refiere. De nuevo sale a la luz el fenómeno de la España vaciada que los políticos no se cansan de utilizar, pero al que pocas o ninguna solución dan. En campaña electoral es uno de los ejes de actuación cuando lleguen al gobierno de la respectiva institución pública, pero después la acción política se concentra en las ciudades.
La conclusión es que la población de los medianos y pequeños municipios envejece, emigra a grandes localidades, empujada por la falta de servicios primarios -transporte público, sanidad, educación, comercio...-. El Padrón revela que las políticas que se llevan a cabo en la actualidad no dan resultado y que el fenómeno amenaza, sin remisión, con dejar desiertas comarcas enteras de la provincia albacetense.