Querido lector, te deso momentos en la mejor compañía, citas de café caliente sin reloj en la muñeca, sin alarmas estridentes y sin agenda apretada. Sin prisas y con pausas, sin desvelos y con abrazos, sin reproches y con risas de esas que hacen que duela la tripa. Te deseo instantes llenos de luz, de sabor a reencuentro y de miel en los labios, de miradas confiadas que hablan sin decir nada, no es necesario. Reuniones de piel con piel, de anécdotas que jamás se oxidan, de sobremesas eternizadas con los tuyos.
Te deseo rincones favoritos para perderse o para encontrarse, refugios confortables y chimeneas inspiradoras en las que fraguar proyectos con metas pero sin límites. 
Te deseo conversaciones con los mayores, con tus mayores, en las que siempre es mejor participar de manera callada, atenta, receptiva, paciente, generosa, concediéndoles el protagonismo que merecen, saboreándolas, regalándoles la exclusividad que llevan tiempo anhelando. Te deseo un regreso a casa y que esté la luz encendida y un beso de bienvenida te recuerde que para alguien eres especial.
Te deseo que pases lista y no falte nadie, que no haya sillas vacías y que, si las hay, la fe en el Niño que nace te dé la dosis necesaria de fuerza y de entereza para continuar levantando la persiana de tus días. Te deseo que se anude tu garganta por la alegría y no por la melancolía. 
Te deseo, querido lector, que no pierdas de vista el sentido de estas fechas y su verdadera esencia.
Te deseo Feliz Navidad.