Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


‘Ripley’

12/04/2024

Estoy fascinado con Ripley, la miniserie de ocho episodios que acaba de estrenar Netflix. Se trata de un thriller clásico, y sin embargo no va sobrada de intriga ni de suspense. Me explico. A partir de 1955, la novelista norteamericana Patricia Highsmith le dedicó cinco novelas al personaje de Tom Ripley, un arribista desalmado que no duda en recurrir al asesinato para alcanzar sus objetivos. En el fondo Ripley es un pobre diablo (un 'antihéroe' en términos contemporáneos), por lo que no podemos evitar alegrarnos cuando sale triunfante de las circunstancias más adversas gracias a una mezcla de suerte, maquiavelismo y encanto personal. Pero es que, además de la popularidad de las novelas, con anterioridad a Netflix la misma historia ha conocido varias adaptaciones cinematográficas, es decir, buena parte del público está familiarizado con la trama. A falta de suspense, la serie nos encandila con sus logros técnicos, en especial con la preciosa (gloriosa, diría yo) fotografía en blanco y negro que nos deposita directamente en otra época. También gracias a un esmerado trabajo de planificación y de montaje que nos remite de forma inevitable al Hollywood dorado. Sin olvidar un guión pausado, minucioso y sutil que adapta de forma brillante la brevedad relativa del material literario original permitiendo que el director y los actores rellenen los huecos con sus extraordinarios trabajos. Y, quizás lo más sobresaliente, al carisma del actor protagonista, el irlandés Andrew Scott, un actor de más edad que el Tom Ripley original, pero capaz de aportar al personaje todas las capas que envuelven su personalidad perturbada, precisamente lo que no fue capaz de hacer Matt Damon en la versión de Anthony Minghella (1999). Confieso que Scott es uno de los pocos actores capaces de hacerme sentir miedo de verdad, quizás porque al verlo actuar comprendo que es posible encontrarse a gente como él en nuestro día a día. Es más, sospecho que ya me he topado con alguno de ellos.