La magia del circo toma Albacete con la presencia de uno de los payasos más populares de todos los tiempos, Alfonso Aragón, Fofito. El representante de la familia de los payasos de la tele, que tanto han hecho reír a generaciones de españoles, está en la pista del circo Wonderland para disfrute de grandes y pequeños, en unas confortables instalaciones ubicadas en Imaginalia.
¿Cómo es el espectáculo que se puede ver en el circo y en qué consiste su aportación?
Wonderland ha montado un espectáculo pensado para la familia, que lo puede disfrutar tanto el abuelito, como el más pequeño de la casa. Sucede algo muy bonito y es que algunos padres traen a sus hijos de meses «para que se acostumbren al circo», me dicen. El espectáculo tiene dos partes, una de ellas es el verdadero circo de siempre, apoyado con un buen sonido e iluminación, y la otra está a cargo de Fofito, con las aventuras que se veían en televisión, las nuevas canciones y las viejas, donde el público participa.
¿Qué le parece actuar con una familia circense que también tiene una gran tradición?
He tenido la suerte de trabajar con sus abuelos, sus padres, hijos y también sus nietos. El abuelo del circo ahora soy yo, y los más jóvenes me dicen detrás de la cortina: «¡venga abuelo a hacerles reír!».
¿Qué muestra de los payasos de la tele en la función?
De aquellos payasos que comenzaron en los 70 me he quedado con un poquito de cada uno. Con la seriedad y la forma de corregir de mi tío Gaby; con el carácter dicharachero de mi padre, para contar lo que está en la calle y gusta al público; también con el romanticismo que tenía Miliki, que casi todo lo expresaba con la música; a mi me tocó el cuarto personaje, que recibía el tartazo y el cubo de agua.
Es un espectáculo con mucha diversión, para pequeños y mayores, ¿quiénes se divierten más?
Se divierten en familia y lo bonito es que cuando canto, el niño mira al abuelo y se pregunta cómo es que conoce la canción. Hay tres generaciones que se miran unos a otros con asombro.
¿Le resulta difícil mantener esa conexión con el público de todas las edades?
Sí, porque el abuelo ya me conoce, el padre era el que se sabía las canciones y el pequeñito es el que viene, como si fuera un amigo más del barrio, a saludarme y a pedirme el autógrafo. Lo bonito que tiene esta profesión es que al final lo que te llevas a tu casa es la sonrisa del público, que es lo que más anhelamos.
¿Qué significa para Alfonso Aragón ser payaso?
Mucho, porque mi padre no quería que yo fuera payaso, y mis tíos tampoco. Pero mis juguetes eran las pelucas y las narices grandes y los zapatones y llegó un momento en que entré en el grupo donde apenas hacía nada, pero donde poco a poco fui cogiendo recortes de cada uno y aquí estoy. Lo que más me gusta de la profesión es, primero robarle al público la carcajada o la sonrisa y después, su aplauso que vale por todo. Una ovación en Albacete no la cambio por un Oscar.
Es una profesión que a veces puede resultar dura.
No es que sea dura, lo que pasa es que cada vez nos ponen más impedimentos. Antes pedías una plaza y te buscaban una solución y hoy es al contrario. Dan ganas de retirarse, la luz ha subido, el IVA ha subido y todo se hace muy cuesta arriba. El circo debía estar tratado como en Alemania, donde te proporcionan sitio y las infraestructuras que necesitas. Luego te toca salir a la pista y tengas dolor de muelas o de tripa, tienes que hacerles reír.
¿Qué hace reír a Fofito?
Muchas cosas y situaciones cotidianas que se producen a diario, y que aprovecho para probar en el circo. De los pequeñines he aprendido mucho, aunque ahora es más difícil hacerles disfrutar y les tienes que esconder más el chiste, porque te lo adivinan enseguida y como no se cortan nada te dicen: «¡que te van a tirar el cubo de agua!», y todos saben que me van a tirar el cubo. Los niños de antes estaban como más calladitos y hoy tienen más soltura y te dicen tan tranquilos: «¿Fofito por qué eres tan feo?».
Ha celebrado más de medio siglo encima de los escenarios, ¿se divierte cada vez más?
Todavía me sigo divirtiendo y cada vez que salgo a la pista me pongo nervioso. No sé si es la responsabilidad de llevar el apellido Aragón, o la preocupación de saber si lo que tengo preparado va a gustar o no. Siempre te queda ese gusanillo por dentro y quien no sienta eso, creo que no es artista, sino un despreocupado.
¿A qué edad considera que se debe jubilar un payaso?
Hay payasos que no se jubilan. Tuve un compañero que murió recibiendo el aplauso. Mientras que la gente conteste a ¿cómo están ustedes? Fofito estará ahí. He anunciado que me quiero retirar, pero no definitivamente. Tengo nietos y quiero disfrutar de ellos, estar más tiempo en casa. Pero cuando el público necesite a Fofito con las narices grandes y los zapatones, ahí estaré.