Antonio García

Antonio García


Madrugar

14/04/2025

Podría comenzar este artículo a la manera de Proust: llevo mucho tiempo acostándome temprano. Su contrapartida es que también madrugo mucho, entre las cuatro y las cinco, lo que para mí no constituye ningún sacrificio. Mis amigos se admiran de esa rutina, en la misma medida en que yo me admiro de que ellos puedan acostarse tan tarde. Algo que a mí me parecía un hecho irrelevante que no exige ningún esfuerzo resulta que es una tendencia practicada por famosos, catalogada por la revista ICON como "rutinas extremas". No hay nada que me desazone más que formar parte, aunque sea de manera involuntaria, de una moda creada artificialmente en las redes sociales, de un estadística, y mucho menos de algo que se tiene por extremo, cuando siempre he pecado de lo contrario, la moderación. Ahora bien, esas horas ganadas al sueño las emplean los famosos en el cuidado de su cuerpo, en la meditación, acompañándolas de rutinas, estas sí extravagantes y extremas, como sumergirse en hielo, lo que según expertos contribuye "a combatir el capitalismo tardío y el horror general de la vida moderna". Me alivia que, al menos en cuanto a propósitos, estoy apartado de esa grey, pues a mí el cuidado personal no me lleva más de diez minutos, no me embalsamo en hielo ni practico la meditación transcendental, ni cualesquier otra forma de ejercicio si no es el de levantarme varias veces para tomar café, mientras escribo o echo un vistazo a los periódicos del día. Si la suerte del capitalismo depende de esas acciones mucho me temo que mi aportación va a ser nula y que el capitalismo va a seguir estando como está.