Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


Control jurídico de la IA

14/04/2025

Después de innumerables guerras, los humanos hemos aprendido a vivir en sociedades abiertas. La DUDH de 1948 proclamó como derechos fundamentales, la vida, la igualdad, la libertad. A esos derechos les corresponden otros tantos deberes. La libertad, por ejemplo, va seguida de la responsabilidad. Esta lista de derechos y deberes fundamentales no es ajena a la revolución científica y cultural del momento: la IA. El derecho debe prohibir las aplicaciones que atentan contra la dignidad de las personas y exigir transparencia y responsabilidad en todas las fases de la IA. Por poner un ejemplo, a partir de la inteligencia generativa se han desarrollado aplicaciones que permite desnudar a mujeres. Tales conductas debieran estar prohibidas y castigadas.
Las inteligencias artificiales adolecen de «sesgos». Pensemos en la selección para ocupar altos puestos directivos. Si entrenamos a la máquina con el CV de los laureados en los últimos 50 años, la IA no recomendará ninguna mujer por la sencilla razón de que ellas no formaban parte de los comités directivos hasta la última década. Otro tanto ocurrirá con los trabajadores negros/as pues el color de su piel impedía identificarles con precisión. El curriculum vitae pesará como una losa sobre quien cometió un hurto en su adolescencia. De nada serviría probar que se ha cumplido la condena, que hay arrepentimiento y que su desempeño en la fábrica es ejemplar.
La utilización de la IA para manipular las ideologías y el voto político irá en aumento. Lo mejor es que no preguntemos a chat GPT por asuntos éticos y políticos. Nos engañarán y nos autoengañaremos. La respuesta del chat se ajustará al partido político que más datos y discursos haya introducido. Los usuarios aprenderemos a formular la pregunta que refuerza nuestra ideología. ¡Seremos felices de autoengañarnos y tener siempre razón!