Javier del Castillo

Javier del Castillo


Un fenómeno extraño

10/09/2024

Debería ser objeto de estudio, porque no es normal. ¿Existen causas judiciales abiertas contra su mujer y su hermano? Campañas orquestadas por algunos medios de comunicación y jueces fachas vendidos a la ultraderecha. Somos un gobierno limpio y ejemplar.
¿No existen suficientes apoyos parlamentarios para sacar adelante leyes y presupuestos? Pues, «avanzaremos con o sin el poder legislativo», que representa a la voluntad popular. ¿El concierto catalán aumentará las desigualdades entre comunidades ricas y pobres? Mentira. Todo lo contrario. El acuerdo firmado con ERC – del que Page exige, cuando menos, una copia – beneficiará al resto de autonomías. Y, para singularidad, las ayudas fiscales a zonas despobladas de Cuenca, Soria y Teruel.
Pedro Sánchez no tiene límites. ¿Quién pagará el precio de la investidura de Salvador Illa y su continuidad en la Moncloa? Pues, los ricos insolidarios, que viajan por España en Lamborghinis, mientras millones de ciudadanos se trasladan a sus trabajos en trenes que se averían cada dos por tres o en autobuses que no llegan nunca. 
Aunque los inspectores de la Agencia Tributaria avisen de que la carga impositiva la seguiremos soportando los mismos de siempre, el titular está servido: subida de impuestos a las grandes fortunas.
Sólo un fenómeno, como Sánchez, puede contradecirse y cambiar de opinión sin inmutarse en absoluto. Con la mayor naturalidad del mundo. Si alguien duda de su palabra, tira de manual de resistencia y acusa a la oposición de haber provocado los mayores desastres en lo que llevamos de siglo. Aznar y Rajoy – Zapatero bastante tiene con Maduro– son responsables de todos los males, y con efecto retroactivo. 
Sin contestación dentro del partido, al fenómeno Pedro Sánchez ya sólo le queda por hacer una pequeña purga en el congreso extraordinario de noviembre y esperar los fallos del adversario – que no serán pocos – para convocar nuevas elecciones.  A partir de ahí, la derrota socialista será una victoria, si la derecha no consigue una mayoría absoluta. Nadie como Sánchez para complacer al resto de formaciones políticas. Catalanes, vascos y otras minorías conocen, por experiencia, los privilegios que consiguen al firmar acuerdos con un tipo tan generoso y sin escrúpulos. 
Muchos nos preguntamos qué país nos dejará Sánchez el día que abandone la Moncloa.  ¿Hasta qué punto podrá recuperarse el prestigio y la credibilidad de las instituciones? ¿Cuántos años tendrán que pasar para reparar los daños ocasionados al actual sistema democrático? ¿Cómo quedará el Partido Socialista después del desgaste y la apropiación al que se ha sido sometido por su actual secretario general? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que se recomponga su deteriorada figura? 
Pero, como todos los fenómenos – ya sean naturales, paranormales o impostados -, el de Sánchez es también imprevisible. Y nadie podrá nunca explicar cómo se produjo el deterioro democrático a través de una impostura. Ni cómo una cosa y la contraria pudieron convivir en el mismo espacio y al mismo tiempo. 
Nadie de los suyos se atreve hoy a decirle al líder que errar es humano, como lo es plantarse y decir: hasta aquí hemos llegado. Pero, para Sánchez, todo vale.