Javier del Castillo

Javier del Castillo


Un paseo

03/12/2024

El elogio y el aplauso al líder siempre será insuficiente y cualquier crítica tachada de excesiva. Pedro Sánchez ha sido respaldado en el Congreso Federal de Sevilla por el 90% de los allí presentes. Su gestión, desde el último cónclave del PSOE hasta hoy, no ha tenido contestación alguna. Y la única que podría haber tenido se pospuso para mejor ocasión. La portavoz de la corriente Izquierda Socialista pidió que se sometiera a aprobación el trabajo realizado por la ejecutiva saliente – la misma que la entrante – o, de no ser así, que se hiciera constar en acta. Respuesta inmediata: «Constará en acta».
Como también era de prever, nadie ha tenido el valor de pedir explicaciones por los casos de corrupción o de cuestionar en público los acuerdos de gobierno y las concesiones a formaciones políticas que no quieren saber nada de España. Tampoco preguntó ningún delegado ni compromisario por las tropelías y corruptelas del anterior secretario de Organización y persona de la máxima confianza de Sánchez, José Luis Ábalos. O por su hombre de confianza, Koldo García, al que se ponía como ejemplo de socialista leal y entregado a la causa. O, sin ir más lejos, por el exsecretario de los socialistas madrileños, Juan Lobato, que prefirió dimitir minutos antes de que lo echaran.
Era el momento de arropar al líder – Sánchez sé fuerte –, acosado por la cacería de la ultraderecha y por los medios de comunicación afines a ella, que alimentan esa campaña con informaciones y denuncias falsas. Había que levantar también la voz contra los jueces y juezas que han abierto investigaciones contra la mujer del presidente, el hermano, el Fiscal General del Estado, o que están a punto de hacerlo contra altos cargos del Gobierno. 
Ante la defensa numantina del líder, los discrepantes – como Emiliano García-Page o Javier Lambán – no pintaban nada. Lo mejor que podían hacer, como así ocurrió, es bajar la cabeza, manifestar incomodidad y ausentarse luego, en el acto de clausura. Si para  algo ha servido el Congreso de Sevilla es para fortalecer a un secretario general que está dispuesto a llegar al 2027 como sea. Ya casi nadie le recuerda que perdió las elecciones, que accedió al poder después de una sentencia judicial sobre la corrupción del PP, y que se comprometió con un proyecto de regeneración democrática que acabaría con la delincuencia política. 
Conviene recordar – ya que nadie de los suyos se atreve a hacerlo – que su mano derecha en esa lucha por la transparencia y la regeneración de la política española era un señor llamado José Luis Ábalos, expulsado del partido y del Gobierno por su supuesta participación en una trama corrupta urdida por su hombre de confianza, Koldo García, y el comisionista y empresario Víctor de Aldama. Las investigaciones policiales siguen ofreciendo importantes novedades, los procedimientos continúan adelante y sobre esas actuaciones acabará pronunciándose la justicia. 
Sin embargo, parece que aquí no ha pasado nada. Nadie se atreve a pedir explicaciones y mucho menos responsabilidades dentro del partido. Page lo intenta, pero, sin éxito. Por el momento, bastante tiene con explicar en qué consiste esa curiosa financiación autonómica que defiende al mismo tiempo la multilateralidad y la bilateralidad, con la que se intenta acallar las pocas críticas que recibe el presidente del Gobierno en aquellas comunidades autónomas que no participan en el reparto de privilegios para catalanes y vascos.
Ahora ya sólo falta que Sánchez nos diga cómo pretende lograr la recuperación territorial del partido en aquellas comunidades - la mayoría -, donde gobierna la «ultraderecha». 
Difícil tiene recuperar Madrid, después de tantos años, con Óscar López, o Andalucía, aun cambiando de 'espada'.