Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


El mal trago

23/04/2024

Lo más grave no es que un político cualquiera sea sorprendido, en sus horas de ocio, conduciendo con unas copas de más. Lo realmente punible, y sin ambages, es que intente alguien aprovechar su cargo para evitar el correspondiente bochorno y necesaria sanción. Y eso es lo que presuntamente ha sucedido con la alcaldesa de Tobarra a la que, según informa la Policía Local de su propio pueblo, tras dar positivo en un control de alcoholemia, intentó escabullirse del escarnio público y político utilizando su propia categoría de regidora de dicho pueblo albaceteño. Según el informe policial, Manuela Garrido, quizá llevada por lo chisposo de su situación en ese solaz momento, confirmó que había bebido alguna copichuela y les sugirió a los efectivos policiales, que trabajan para su propio Consistorio, que si seguían adelante con el procedimiento «la iban a liar» y les exigió el número de placa no se sabe exactamente con qué objetivo. Es evidente que el alcohol siempre es el mejor aliado de la desfachatez y la peor caradura, y esto afecta tanto a civiles como a políticos, que a veces parecen ser dos razas diferentes. Pero la diferencia es que al segundo se le debe de exigir una conducta social impoluta, le va en el puesto y sueldo. Llegados a este punto habrá algunos que piensen que un alcalde también es humano y, que, por ello, tiene derecho a cometer errores comunes, ¿quién no ha cogido alguna vez el volante algo contento?  ¿Inhabilita a Garrido el haber sido pillada conduciendo con demasiada alegría corriendo por sus venas? La respuesta debe ser afirmativa, clara y rotunda. Y, posiblemente, sea una lástima, sobre todo para ella, pero tras un mal trago, de esta alta graduación, debe de presentar su inmediata dimisión, pedir perdón y capear con un estigma de los que no se quitan con dos paracetamoles y una buena ducha. Pero que nadie se escandalice con esto que para nada es nuevo. En Albacete, hace ya unos cuantos mandatos, dos concejales -también del PP- se llevaron media calle Ancha por delante, a bordo de un coche con exceso de velocidad y burbujas. Ellos también intentaron que aquello no trascendiera, pero sí lo hizo gracias a la prensa local, aunque a ninguno de los dos les costó el puesto. La vida, pues, sigue igual.