Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


La gangrena de la paz

28/10/2024

La paz es el anhelo más profundo del ser humano y de los grupos donde se integra, desde la familia a la nación. La paz se entreteje con los hilos del amor y la justicia. Se desangra por el egoísmo, el odio y la ira. Este tridente acaba siendo la gangrena de la paz.
Todas las épocas y culturas han respirado el anhelo de paz y el olor nauseabundo de su gangrena. Dos pueblos lo muestran de manera más fuerte y dramática: los israelitas inspirados por el judaísmo; los palestinos y resto de fundamentalistas árabes inspirados por el islam. Se trata de dos religiones monoteístas que adoran al mismo Dios, aunque con distintos nombres. Mahoma se considera el último de los profetas. El penúltimo lugar lo ocuparía aquel Jesús de Nazaret anunciado en el Antiguo Testamento. Isaías levanta la mirada al «Príncipe de la Paz». Es el Mesías esperado que dará su vida como «Precio por nuestra Paz». Mahoma considera la ira como gangrena de la paz. 
Lamentablemente, los judíos no han respetado la Ley del Talión. Aquel «ojo por ojo y diente por diente», fue un intento de poner límites a la ira personal y colectiva. No menos lamentable es que los palestinos hayan canalizado su ira a través de ataques terroristas que desembocan en una espiral de violencia y sangre. 
Una cosa es evidente: el conflicto árabe / israelí es de difícil solución. Ni los ejércitos nacionales, ni los casos azules de la ONU, ni los entrañables mensajes de los pacifistas han logrado acuerdos permanentes de paz. Hoy intuyó que la única vía de solución es el acercamiento de ambos pueblos al Dios que aceptan como Padre común, al Príncipe de la Paz. El segundo paso es que los pueblos palestino y judío dejen de votar a los líderes terroristas y vengativos. Son la gangrena de la paz.