De las pretemporadas, cada vez más cortas en proporción directa al crecimiento del negocio, no debieran extraerse deducciones excesivamente concluyentes acerca de lo que un equipo pueda ofrecer durante una larga campaña. Sobran ejemplos de conjuntos que han provocado hasta entusiasmo en la fase de preparación e incluso en los primeros compases del torneo para acabar decepcionando a su parroquia. Y también a la inversa.
Aun así, los partidos amistosos también sirven para ir dibujando indicios de lo que pueden ofrecer los equipos. El Albacete, por ejemplo, ya ha disputado cuatro partidos de preparación o, mejor dicho, tres, no en vano el último triangular se disputó con la fórmula tan de moda de tres encuentros de 45 minutos cada uno.
Los dos primeros, por sí mismos, apenas sirven para comprobar nada. Con el Yeclano se empató en el último suspiro en un típico bolo de pretemporada para comenzar a rodarse, y frente al Castilla/Real Madrid se cayó presuntamente por 3-0 en un compromiso que podría haber sido organizado perfectamente por el Mossad.
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