Escribir de alguien a quién se considera un amigo resulta complicado. Por si te pasas, por si no llegas. Si te pasas, se pueden exagerar las alabanzas por la amistad, con lo que se oculta el valor real del personaje. Si te cortas, si no llegas, se difumina la dimensión verdadera del personaje. A pesar de esas consideraciones, he elegido tirarme a la piscina con afecto para escribir sobre Fernando Franco, hasta unos días, director del diario La Tribuna de Toledo. Fernando Franco es un burgalés radicado en la ciudad que ha construido un diario local, eficaz y digno, durante sus años de su dirección. Y eso que se enfrentaba a un potente hándicap que aún no se ha erradicado: en Toledo la gente no lee diarios locales y, dudo, que nacionales. Una 'extraña manera' de ser ciudadano. Desde su llegada a Toledo, España ha evolucionado, las ciudades han cambiando y el diario La Tribuna se ha asentado como el diario de la provincia. Sin el trabajo de Fernando tal vez no hubiera sucedido. Conoce, como periodista y como miembro de una empresa que se dedica al negocio, los zarpazos de las crisis del periodismo. El brillo mítico de los diarios se ha oxidado entre los esfuerzos por la subsistencia, el ahorro angustioso y la necesidad de buscar nuevos métodos en los que la información y la opinión recuperen el esplendor antiguo.
He colaborado con el diario La Tribuna desde que llegó Fernando a Toledo y durante esos años nunca ha cuestionado nada. Como mucho, hacía alguna corrección técnica por error mío. Y eso que, en ocasiones, los textos salen peores que mejores. Depende del estado de ánimo, del tema elegido, del ambiente colectivo. Se atraviesan periodos en qué quién escribe experimenta un desencanto mayúsculo, una pegajosa sensación de inutilidad a pesar de las horas dedicadas al texto. He escrito lo que consideraba honesto para mí y pedagógico para los lectores. Y he aprendido a valorar de él eso que se repite y tan poco se práctica: la tolerancia, el respeto, la pluralidad. Libertad e independencia han sido sus lemas, consciente de que, como se afirma en la película de John Ford 'El hombre que mató a Liberty Balance', sin prensa libre no existe democracia. Por eso, y mucho más, Fernando Franco forma parte incuestionable del paisaje de Toledo.