Santiago Cabañero, presidente de la Diputación y uno de los valores más en alza del socialismo manchego, recibirá hoy el premio que otorga el capítulo de la Fundación del Toro de Lidia que coordina, con entusiasmo y acierto, Antonio M. Iniesta. Cabañero sucede en el premio a un periodista manchego de casta como es mi tocayo Javier Ruiz, de Onda Cero. Santi Cabañero está orgulloso de ser taurino y no se esconde, dejándose ver en la plaza y apoyando la difusión y promoción de esa tauromaquia que no tiene carnet político porque es del pueblo. Ser socialista y taurino parece hoy una contradicción. El PSOE se manifiesta actualmente con frialdad y tibieza sobre la tauromaquia. Aún nos duele el hachazo que el socialismo catalán asestó a la plaza de Barcelona, clausurándola bajo su presidente socialista, ése que se decía aficionado, José Montilla. Ser socialista, republicano y taurino era antes una etiqueta de distinción intelectual y popular. El crítico taurino Cesar Jalón Clarito, republicano radical, fue ministro en la II República. El revolucionario Francisco Largo Caballero o el moderado Julián Besteiro eran asiduos de las plazas. Y el socialismo moderno ha dado enormes aficionados que hemos visto por la Feria de Albacete como los ministros Múgica o Corcuera. Sumemos a esa lista los presidentes regionales Bono y Emiliano García Page. Pero en defensa de lo taurino nadie ganó a mi gran amigo el vallisoletano Juan Antonio Arévalo, senador socialista tantos años. Ha sido el político más taurino de la historia parlamentaria. Arévalo usaba su turno de preguntas parlamentarías para cuestionar el análisis de las astas o vísceras de los toros lidiados el día anterior o pidiendo el cese de algún comisario por no defender la integridad del espectáculo desde el palco. Arévalo fue el padre de la primera ley taurina de la historia de España, la aún vigente Ley 10/1991 de potestades administrativas en materia taurina. Cuando era presidente de la Comisión de Interior convocó unas sesiones en el Senado para el estudio de los problemas de la Fiesta (1985). En estos tiempos donde un sectario y dogmático ministro quiere prohibir los toros, es noticia que un socialista como mi amigo Cabañero, reciba un premio taurino. Felicidades, Santi.