Resulta que los términos coloquiales siguen siendo muy utilizados a pesar de los nuevos modelos lingüísticos impuestos por la ola telemática que nos invade. Tal vez, sea más propio de los interlocutores actuales en temas de política socio-vendible que en los ambientes tecnócratas de este mundo globalizado.
Lo cierto es que ayer escuchaba por radio, a una psicóloga de las que aparecen en los medios informativos como personajes de moda en esta vida pos-pandemia que nos ha tocado vivir. Ella misma, nos decía eso de 'papamuchi' como un término al que recurría en los momentos más tiernos o simpáticos de su estresada vida profesional. Y claro, cuando busco en el diccionario este posible término fonético veo que me lleva a la cultura latina pero como 'papachiuchi' en el diccionario de americanismos como 'chingolo', algo así como pájaro de la familia de los frinjilidos de canto muy melodioso con copete en su cabeza y claro no le encuentro definición ni asociación propia al entorno en el que me desenvuelvo.
Con todo este comentario quiero llegar a la conclusión de que hay muchos términos utilizados en el argot moderno que no tienen sentido semántico y mucho menos, significado respetable dentro de nuestro Diccionario de la Lengua Española para corresponder a un buen uso del vocabulario oficial.
Al final te das cuenta que hay demasiados 'papanatas' que andan sueltos y sin bozal, y que la oratoria que nos venden ha perdido mucho del buen ejemplo de las ágoras griegas, bien enseñadas en las Universidades españolas del XIX y mal entendidas, ahora, en las mesas coloquiales de los muchos programas que nos invaden en los canales informativos mediáticos.
Un papanata es una persona simple, incrédula o demasiado cándida y fácil de engañar; por eso, los papanatas, papamoscas o papahuevos andan a sus anchas en este mundo convulso y desorientado, sin más, que confundir o retroalimentar su propio 'yo'.