…Algo flota en el ambiente que hace sospechar con fundamento que así será. Seis tardes en Sevilla, quizás otras tantas en Madrid. Estará también presente en Valencia y en todas las plazas importantes, como Bilbao, Zaragoza, Málaga y otras quizás de menos aforo, pero de probada categoría, de las que «dan y quitan», para marcharse a sus cuarteles de invierno, lamer sus heridas y disfrutar de la gloria de una de las carreras más importantes del toreo del siglo XX y principios del XXI. Según pintan las cosas, el próximo puede ser su último «verano peligroso» versus Hemingway. Todo hace presentir que el poblano pondrá punto final a lo grande a su carrera. «Tardará tiempo en nacer si es que nace», como diría el poeta, «un varón tan rico de aventura». 
Quizás el primer torero que se percató de la peligrosidad de competir con José Antonio Morante de la Puebla, yo lo viví de cerca, fue Finito de Córdoba, cuando los augures sabios del toreo no le habían echado cuentas aún al pedazo de torero que llevaba dentro el poblano. El Fino sí sabía el peligro que significaba intentar tocarle las cosquillas a aquel chiquillo de Puebla del Río de figura maciza y gesto enfurruñado. La prueba es que intentaba no coincidir con él en los carteles. ¡Ay, si El Fino de La Carlota cordobesa hubiera tenido un espíritu tan competitivo como su calidad de torero y su vista de águila para «verlas venir»... Otro gallo le hubiera cantado al torero de Córdoba criado en Sabadell…Y al propio toreo. El choque entre dos toreros de tal categoría podría haber resultado histórico…
De todos modos, la suerte no está echada, porque ese artistazo de porte macizo, además de mucho arte y grandes conocimientos de la Tauromaquia, tiene más bemoles que el caballo de El Espartero, y a poco que alguien o algunos intenten competir en serio con él, las enfermerías de las plazas de toros van a echar humo el próximo verano. ¡Al tiempo!...